NOVIEMBRE SIN DEBERES

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Como ya sabéis noviembre es el mes de los fines de semana sin deberes. Podéis descargar los justificantes de la campaña para el tutor en ceapa.es

Compartimos con vosotros los porqués o razones que demuestran que los deberes escolares no benefician en nada nuestro modelo educativo

1. Derecho a una educación integral. Los deberes escolares vulneran el derecho “al esparcimiento, al juego y a participar en las actividades artísticas y culturales” (reconocido en el artículo 31 de la Convención de los Derechos del Niño). Un buen modelo educativo no puede poner en peligro los derechos del alumnado, son vitales para su educación integral.

2. Derecho a la salud. Los deberes escolares, según la Organización Mundial de la Salud, provocan que nuestro alumnado sufra uno de los niveles de estrés más altos de Europa y que tenga «un incremento de patologías como los dolores de cabeza, dolores de espalda, malestar abdominal y mareos», así como alteraciones de los «estados de ánimo que llevan a los chicos a sentirse tristes, tensos o nerviosos». Un buen modelo educativo no pone en peligro la salud del alumnado.

3. Equidad. Los deberes escolares suponen la renuncia a la atención individualizada, aplicando a todo el alumnado la misma receta y desatendiendo sus necesidades personales. Delegan cada día una parte importante del trabajo curricular en las familias y supeditan la buena marcha de dicho trabajo a que éstas puedan, sepan y quieran. Si algo de lo anterior no existe, el alumnado sufre las consecuencias y la culpa cae de forma injusta en éste y en sus familias. Un buen modelo educativo no puede poner en peligro la igualdad de oportunidades, debe garantizarla.

4. Éxito escolar. Los deberes escolares provocan que el alumnado llegue a aborrecer su proceso de aprendizaje y desconecte del mismo, lo que lleva en muchas ocasiones a querer abandonar los estudios antes de lo que se debería, incluso sin obtener la titulación mínima necesaria para una adecuada inserción laboral. Un buen modelo educativo está orientado a conseguir el éxito escolar de todo su alumnado, sin excepciones.

5. Autonomía pedagógica. Los deberes escolares solo tienen cabida en un modelo educativo que obliga a instruir en lugar de educar, que mantiene la apuesta por la memorización de datos en lugar de provocar el aprendizaje crítico para construir nuevo conocimiento y relacionar lo que se aprende con la vida real del alumnado actual, el cual vive en un mundo interactivo y audiovisual que debería reflejarse en las aulas, inmerso en un conocimiento que le llega por múltiples vías y para cuya gestión se le debe preparar de manera diferente a la actual. Un buen modelo educativo debe potenciar la autonomía pedagógica del docente para que lo haga posible.

6. Función docente. Los deberes escolares convierten a los docentes en meros preparadores para superar exámenes, empobreciendo su papel. Si el alumnado aprende más en sus casas o en las academias que en las aulas, es el profesorado el que resulta cuestionado y su función educadora queda en tela de juicio. Un buen modelo educativo pone en valor la enseñanza que realiza el docente y su función educadora.

7. Currículo escolar y tiempos escolares. Los deberes escolares son la consecuencia de un currículo sobrecargado que obliga al docente a trabajar a contrarreloj desde el inicio del curso escolar y se justifican en la imposibilidad de abarcar todo el currículo en el horario lectivo marcado por la legislación educativa. Un buen modelo educativo configura un currículo que se ajusta al tiempo escolar y a las posibilidades reales del sistema.

8. Ratios en las aulas y recursos humanos. Los deberes escolares también se justifican como la imposibilidad material de atender personalmente al alumnado, debido al excesivo número de ellos en cada aula y por la escasez de recursos humanos para atenderlos de forma adecuada. Un buen modelo educativo invierte lo necesario en educación.

9. Educación en valores. Los deberes escolares invaden el tiempo de las familias y obliga a estas a renunciar a su papel educador al reducirse sus posibilidades de planificar actividades familiares con las que educar en valores de forma adecuada. Un buen modelo educativo no puede trabajar en contra de la familia y sus necesidades.

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